ANNARCE IMPARTE UN TALLER EN UN CENTRO PENITENCIARIO
Hoy he estado visitando un centro penitenciario donde he organizado un taller muy especial para personas privadas de libertad.
Un taller donde a través del rap social, han aprendido el origen de este género, sobre la lucha por mejorar el mundo que nos rodea y hemos debatido sobre los problemas que nos afectan a todos como sociedad, ya que sí: Las personas reclusas también forman parte de la sociedad.
Esta visita sin duda ha eliminado todos los prejuicios y «fantasías» que los medios de comunicación, películas, series y cultura general me habían hecho creer que era una cárcel.
Durante mis casi 4 horas visitando el lugar no he dejado de sorprenderme, el arte florece en cada esquina, cuadros de una gran calidad, una biblioteca con acceso a miles de libros, el sonido de una guitarra española acompañada de un cante, chicos escribiendo canciones sobre sus experiencias y grabándolas, personas estudiando carreras, avanzando, con ilusión de crecer, mejorar y no volver a pisar nunca este lugar.
He podido conocer durante casi dos horas, a aproximadamente cuarenta internos/as, que han interactuado conmigo y al ser el taller de escritura emocional, un taller que induce e invita a la emoción, se ha creado un espacio donde no han faltado las lágrimas, tanto de ellos como de ellas.
Muchas de estas lágrimas de empatía, lejos de la imagen de personas «rudas», peligrosas o poco amigables que nos venden socialmente.
Me avisaron con antelación: «Annarce, lo que más sorprende, es que aquí dentro hay personas como tú, o tu madre, o cualquier persona que ves por la calle un lunes a las 9 de la mañana camino al trabajo» y realmente es así, obviamente encuentras perfiles más «prototipo» hombres grandes, musculados, múltiples tatuajes… Pero es realmente impactante hablar con un reo con el que compartes gustos, hablar de no sé, por ejemplo anime, videojuegos, música… Es inevitable pensar «que hace alguien como yo, en un lugar como este» Y la realidad es justo esa. Cualquiera, incluso tú, que lees esto podrías encontrarse algún día en esa situación.
Al finalizar el taller les he animado a que escriban sobre su dolor, mientras escuchaban una canción que animaba a expresarlo. Les he dado la opción de que una vez terminado lo escrito, puedan romperlo, guardarlo o incluso entregármelo a mí. Y… Para mi sorpresa una grandísima mayoría me lo ha entregado.
Al finalizar el taller, una mujer me ha preguntado si podía abrazarme, la funcionaria de prisión ha dado permiso y esto ha llegado a que casi toda la sala viniese a despedirse de mí con un abrazo y agradecimiento por lo que había generado en ellos y ellas esta experiencia. Ha sido muy bonito para mí vivir esto.
Pero… Seguro que os preguntáis, que contenían esos escritos que me habían entregado ¿Verdad?
Pues… Aunque preservo la privacidad de estos escritos, puedo hacer un resumen de lo que más ha aparecido entre estos.
- Añoranza. Sobre todo a hijos, padres y familiares cercanos, miedo a no verlos crecer y a faltarles en una parte importante de su vida.
- Soledad. Verse abandonad@s, no tener a nadie cuando salgan, sentirse vacíos y no encontrar un sentido a su vida tras su libertad.
- Arrepentimiento. Sentimiento de culpa, por actos cometidos, por daños causados y búsqueda de perdón hacía sí mismos/as.
- Impotencia. Por su situación, por haber perdido a alguien importante mientras estaban reclusos, por haber decepcionado a algún familiar o persona amada.
Por mi parte, tengo mucho que procesar, muchas emociones que conducir hacia algo especial, como por ejemplo una canción sobre esta misma experiencia, sobre lo que es ser recluso/a y cambiar la visión social de un colectivo muy juzgado (doblemente) que mayoritariamente busca ser feliz, crecer y avanzar.
A mi manera es así.
por motivos de privacidad no puedo decir el nombre del centro (imagen de internet)